Hola, ¿Cómo estáis?
He reanudado las visitas presenciales, muy dosificadas y siguiendo las indicaciones de higiene y seguridad del ministerio. Las alterno con la atención vía telefónica, o por videollamada. Adaptar nuestro trabajo a la situación no es tarea fácil. Provoca unos cuantos quebraderos de cabeza. Un esfuerzo que implica mayor gasto de energía, cosa que nuestro ser instintivamente rechaza. Porque tendemos a repetir lo que ya sabemos, y así conservamos energía, no malgastamos esfuerzos.
Por circunstancias ajenas a nosotras, en estos momentos más aún, tenemos que hacer cambios obligatoriamente en nuestras rutinas. Y no sabemos muy bien cómo empezar, por dónde. No nos sale el cambio de manera natural.
Nos ponemos a pensar y nos agobiamos, nos asusta y no llegamos a nada en concreto. Nos dan ganas de cerrar los ojos y seguir adelante sin cambiar nada. Que cambien los demás. O "bueno, igual tampoco pasa nada, si nadie me ve, si nadie se queja..."
Por supuesto que no vamos a cambiar tantas cosas de manera fácil, natural e inmediata.
¡Estos cambios llevan tantos detalles en los que pensar!
De antemano no vamos a ser capaces de anticipar todo lo que tendríamos que tener en cuenta. No basta con pensar 5 minutos en el tema.
Como yo digo, "me voy a sentar y con una libreta y la agenda voy a destripar el asunto para decidir qué tengo que hacer".
La libreta, el boli, me facilitan que todo ese amasijo de ideas enredadas vayan saliendo cuando escribo sobre el tema, hago mis listas de tareas, las ordeno y las intento colocar en mi agenda.
Lo nuevo cuesta. Son situaciones aún no vividas, casos que nos pueden ocurrir para los que no estamos prevenidos, nuevas coreografías que danzar con los demás.
- Por la calle, ya no caminamos de manera automática, hemos de poner más atención a lo que tenemos alrededor.
- En los recintos cerrados, más aún. Que no se nos acerque alguien sin mascarilla, que no se nos caiga nada al suelo, etc.
- Fijarme en lo que toco, y no llevarme las manos a la boca nariz u ojos.
- Si atiendo en un espacio, limpiar las superficies después de cada visita de alguien.
- Si me reúno con mi familia, ¿donde? ¿Con cuántos? ¿Cómo haremos para no hacer peligrar la salud de nadie? etc...
No me extraña que muchos estén en el punto de "no tengo ganas aún de ver a nadie, de salir a ningún sitio".
Porque se trata de aprender nuevas "coreografías" que al principio hemos de diseñar, porque si las improvisamos, como somos novatos, con cualquier imprevisto que suceda nos agobiaremos mucho.
Son nuevos escenarios que nos toca vivir.
Las personas que trabajan en quirófanos, quizá tienen estos protocolos más interiorizados y les salen con más facilidad, o quizá no.
En todo caso no te sientas mal por no tener ganas de asumir cambios, por no saber cómo hacerlos, por estar torpe, por estar irritable cuando lo imprevisto aparece en estas situaciones nuevas. Nos pasa a todos.
Te animo a que vayas destripando cada obstáculo con el que sientas que se te quitan las ganas de salir.
Te he dado algunas ideas para comenzar, si quieres profundizar en alguna o saber más, ya tienes pistas de por dónde buscar, y si no, me puedes pedir una ayuda puntual.
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